La despenalización del cáñamo no psicoactivo ya da sus frutos. Conozca el presente y futuro de está industria que cautiva a empresarios y consumidores, dentro y fuera del país.
“Es como cuando se descubrió el petróleo, primero solo se usaba para prender antorchas, ahora está en todo lado, y el cannabis es lo mismo”, dice Eduardo Monge, gerente general de HEMP Ecuador, primer laboratorio y centro de investigación enfocado completamente en el cáñamo.
Desde el 2019, con la despenalización del cáñamo no psicoactivo, el mercado ecuatoriano está en crecimiento, y recién se encuentra en “la punta del iceberg” en cuanto a su utilidad, agrega.
Actualmente, existen alrededor de cinco marcas que comercializan productos de CBD en Ecuador. Santiago Proaño, gerente general de una de ellas, Kaind, explica que el interés de la gente común por el consumo de CBD ha tenido un aumento “exponencial”. Sólo en Kaind se ha visto que el 80% de sus clientes son frecuentes. Al respecto, Monge está de acuerdo, desde su legalización se ha triplicado el número de consumidores de CBD, explica.
Además, la competencia es prácticamente nula, agrega Proaño, ya que el principal competidor de estas mercas es el mercado negro.
Pero no sólo tienen distintos productos, pero también consumidores. El principal cliente de CBD, agrega, “son personas entre 25 a 45 años, en su mayoría oficinistas, que buscan disminuir malestares del día a día y mejorar su calidad de vida”.
Este es el caso de Rossana Guarderas, que usa esporádicamente los Pre Rolls de Kaind. “Me ha ayudado con el insomnio después del trabajo, y para el dolor de cuello y espalda,” explica.
Gracias a la formalización del mercado, desde exportaciones hasta producción local, aunque con excepciones, ciertas líneas de productos han reducido sus precios entre un 10% a un 30%, comenta Proaño.
Esto permite que los productos sean más accesibles al mercado, y ahora, dependiendo de su calidad, el precio promedio para productos de CBD en el mercado es de 15 a 20 dólares.
A partir de productoras también pueden salir negocios de venta al por menor. Hay dos entes reguladores para la comercialización de CBD, el Ministerio de Agricultura y Ganadería y la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa).
Los únicos que necesitan una licencia son los que producen, pero si se adquiere el extracto y se realiza un producto derivado a este, sólo se necesita un registro sanitario del Arcsa. Por esta razón, se pueden encontrar variedades del producto al por menor y mayor.
Sin embargo, a pesar del aumento del interés, el “mercado ecuatoriano sigue siendo reducido”, comenta Monge. Para Kaind, la sección de productos para dentro del país aún no es autosostenible.
Buscan que a mediano plazo esto cambie. Hasta tanto, el futuro, coinciden Proaño y Monge, se encuentra en la exportación.
Los cultivos de CBD están en tres provincias
De las siete licencias que se pueden emitir relacionadas al cáñamo, la mayoría de son para el cultivo de CBD, pero sólo alrededor de 60 están en funcionamiento. El cultivo de cáñamo se da principalmente en Pichincha, Imbabura y Guayas, y existen dos opciones: flor y biomasa.
Para producir la flor se necesita un clima cálido y seco altamente controlado, por lo que se cultiva en invernaderos. Sin embargo, el alto precio por hectárea, que puede alcanzar los $250.000, dificulta la rentabilidad económica. Otro problema es que el comercio de la flor de cannabis es reducido, sólo consiste en un “3% del mercado total de la planta”, comenta Monge.
El principal cliente es Europa y tiene estándares de calidad muy altos, sólo aceptando un porcentaje de THC de menos del 0,1% y un producto 100% orgánico. Calidad que Ecuador aún no posee. Por esta razón, “ninguna empresa tiene un flujo de exportación constante de la flor,” explica Monge.
En cambio, la exportación de biomasa es más rentable. Debido a que no necesita invernaderos, una hectárea de biomasa cuesta $40.000. Mientras que ocupa casi el 90% del mercado de cannabis, explica Monge. A un precio de 3 dólares por kilogramo y una alta demanda en Estados Unidos y Canadá, la biomasa tiene una utilidad neta del 40%, agrega. Una gran diferencia de la utilidad neta nacional del cultivo de flores que es del 6,52% en el 2020, según el SRI, y de un 12,88% en el 2018, previo a la pandemia COVID-19.
Este año, HEMP Ecuador consiguió una carta de compra de cerca de un millón de toneladas de biomasa. “Todo lo que podemos producir en Ecuador ya está vendido”, revela Monge. Kaind también ingresó a esta parte del mercado con ocho hectáreas aprobadas para producción, en donde ya comenzar un plan de cultivo de biomasa en cinco de ellas. En esta esperan conseguir de 20 a 40 toneladas de producto por hectárea.
Por ser un negocio nuevo, las principales barreras en cuanto a la exportación son culturales. Uno de los principales esfuerzos es la normalización del producto para las autoridades, y esto viene de la “educación y capacitación que se les está dando”, explica Nina Tapia del Salto, directora de investigación, desarrollo e innovación del grupo Cannandes.
Con la ayuda del grupo Cannandes, los agentes del Arcsa han sido capacitados para las notificaciones sanitarias; los de Aduanas para revisión de calidad y verificar niveles de CBD y THC en importaciones y exportaciones. Al igual que la enseñanza de procesos a miembros del Ministerio. “La educación es el primer paso para la normalización, y con esto la facilidad de mercado”, asegura Nina Tapia.
LA HORA LAB: Adrian Idrovo-USFQ