En Quito hay 182 quebradas que recorren 1.300 kilómetros y todas presentan algún tipo de deterioro.
Quebradas como Carretas, en Quito, han sufrido cambios los últimos años poniendo en riesgo el hogar de las familias que viven en sus alrededores. Conoce su realidad.
La erosión de Carretas, ubicado en Carapungo y parte de la cuenca del río Monjas, ha devastado gran parte del terreno donde viven los residentes.
La pesadilla comenzó en 2004, cuando un colector instalado por la empresa de agua potable explotó en las laderas de Carretas. Desde entonces, la erosión ha avanzado implacablemente en el terreno y ha puesto en riesgo la estabilidad de muchas de las viviendas que se encuentran allí. Los residentes viven con la incertidumbre constante de no saber cuándo ocurrirá lo inevitable.
Los moradores de Carretas viven con el temor de que algún día su casa se vaya cuesta abajo, hasta muy al fondo de la quebrada. Para ellos las noches de lluvia son una pesadilla constante, pues las corrientes de agua crecen y amenazan con llevarse sus hogares. El ruido de las paredes agrietándose ahuyentan a las familias de las viviendas que parecen estar a segundos de desplomarse por el barranco. Los caudales de la zona fluyen llenos de aguas turbias o de residuos. El descuido ha hecho que se vuelvan amenazas latentes para más de 90 casas de la zona.
La gente de Carretas exige que las autoridades cubran los daños que la erosión provocó en sus hogares. Son siete casas que han perdido completamente los 30 metros de terreno por el deslizamiento de tierra, haciendo que las familias residan muy cercanas al cañón. Los habitantes todavía sueñan que: en días de lluvia, el abismo no se lleve alguna de las 90 casas que se encuentran en Carretas.
Estefanía, reconoce que la única opción que le queda a su familia es abandonar la casa donde ella y sus sobrinos crecieron. Una casa que, como explica, es el resultado del esfuerzo de sus padres durante años. «Aunque mi hogar sea el esfuerzo de mis padres, sí lo haríamos, siempre y cuando la expropiación sea razonable«, dijo con determinación. La joven espera que las autoridades sean justas con su familia y ofrezcan una compensación adecuada para que puedan reubicarse y comenzar de nuevo. La incertidumbre y el miedo a perder su hogar han afectado a la familia, pero siguen esperando una solución justa y equitativa por parte de las autoridades.
Estefanía, quien es comunicadora social, lleva cuatro años siendo dirigente de la fundación ‘Luchando por las quebradas’. Ella se dedica a dar soporte a quienes residen en sectores que tienen cerca una quebrada, o como ella las llama: “las zonas que se convirtieron en el alcantarillado a cielo abierto de Quito”. La activista vive junto a su abuela, padres y sobrinos quienes guardan la ilusión de que su temor se termine y puedan dormir tranquilos otra vez.
En el 2022, la Empresa Pública Metropolitana de Agua y Saneamiento, interviene con soluciones integrales para mitigar el riesgo, con una inversión total de $4.639.081. A pesar de eso, el barrio aún teme perder sus terrenos, que sus casas se inclinen o se derrumben. Según el Plan Ambiental Distrital 2015 – 2025, otro factor que agrava el problema es que todas las descargas industriales, domésticas y el agua torrencial se acumulan en las quebradas.
“Agradezco que por fin alguien nos haya escuchado, pero aún hay mucho camino por recorrer, las personas aún no conocen el peligro que representa vivir encima de un abismo de más de 30 metros”, comenta Estefanía. LA HORA LAB: María José Zabala USFQ