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Historias de Migrantes Ecuatorianos

Noticias para migrantes Ecuatorianos ¿Cuánto tardará la recuperación del relleno del Trébol? – Diario La Hora

Migrante Ecuatoriano

Migrante Ecuatoriano es un periódico digital en español que comunica las noticias más relevantes de Ecuador dirigido para los Migrantes ecuatorianos en el extranjero. Además brindamos un contenido curado de noticias relevantes en varios medios de comunicación a nivel mundial que busca señalar tendencias y oportunidades, nuestro propósito es la generación de un contenido de opinión e informativo.


Este espacio fue declarado area metropolitana protegida por 12 años. Rafael Lugo y Pedro Kingman buscan sacar adelante un bosque nativo en el terreno.

Fue en 2019 cuando Rafael Lugo tuvo la idea de crear un bosque de arupos para Quito. A través de un tweet, el escritor quiteño planteó convertir un relleno, creado a partir de escombros en el Trébol, en un área natural donde la vida tome control.

El proyecto tuvo la acogida del Municipio de Quito, durante la administración de Jorge Yunda. En 2019, Lugo firmó un convenio para adoptar este espacio, recuperarlo y convertirlo en un bosque. Fue en este punto cuando empezó el reto.

La primera siembra en el terreno se realizó en diciembre de 2019 con el apoyo de quiteños y la empresa privada. En este proceso se colocaron 500 arupos y más de 700 árboles y plantas de especies nativas.

Con el paso de los años, sin embargo, esta cantidad de especímenes se ha ido reduciendo por condiciones ambientales y acciones humanas.

«El arupo no soporta tanto el exceso de humedad y del frío, por esto algunos ejemplares murieron. Las condiciones no son las mejores en esta zona», dice.

La calidad de la tierra también fue una de las complicaciones. En el terreno, ubicado a un lado del Trébol, está formado por un relleno, que se creó a partir de escombros. Esto hace que la tierra no sea fértil y deba abonarse cada cierto tiempo.

Pero los retos no terminan ahí. Al momento, tras casi cuatro años de la primera siembra, Lugo y quienes mantienen este espacio deben también luchar con las acciones humanas y de vecinos en la zona.

«En el último paro mataron más de 100 árboles. Los sacaron o quemaron, incluso. Esto puede volver a pasar en cualquier momento», dice.

A esto se suman robos de árboles y plantas. Incluso, tras los primeros años de la siembra, Lugo debió cortar las flores de los pequeños arupos que mostraban su color rosa para evitar que haya personas que se los lleven.

Por último, la basura también es parte del reto. «Por 10 años este espacio fue un botadero, la gente aún no está acostumbrada a que el terreno dejó de ser un botadero y a veces se pueden ver volquetas que llegan a botar escombros. Esperemos que esto pase».

Explica que durante estos cuatro años se ha intentado hacer limpieza de la zona, pero sigue apareciendo gente que bota basura en el terreno.

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Así recibieron el terreno Rafael Lugo y Pedro Kingman.

Flora y fauna nativa regresa

La idea del bosque de arupos tuvo que renovarse con el paso del tiempo. Las complicadas condiciones climáticas y la mortalidad de los árboles que se iban sembrando, obligaron a Rafael Lugo y a Pedro Kingman, experto en árboles, a ir resembrando varios ejemplares.

Han pasado cuatro años desde el inicio del convenio de adopción, que durará hasta 2024. Durante este tiempo, todos los meses los ciudadanos han acudido a dar mantenimiento al espacio. Esto implica fertilizar la tierra, drenar el agua, resembrar ejemplares y cortar maleza.

«El arupo es una especie de crecimiento lento, por lo que hay que cuidarla por más tiempo», explica Kingman.

Las complicaciones con esta especie obligaron a plantar más árboles y plantas nativas para regenerar el suelo. Esto, llevó a cambiar el concepto de bosque de arupos por el de un bosque nativo.

«Como queremos recuperar un relleno, estamos promoviendo la plantación de especies nativas. El terreno se ha ido regerando con plantas hermosas. Ahí hay sigses, chilcas, aspachochos. Todas estas, especies nativas que traen un sinnúmero de fauna también«, dice.

Asegura que en el terreno se ha identificado 27 tipos de mariposas, anfibios, «una salamandra que le dicen huasca», entre otros especímenes.

«Este será un bosque 100% nativo. Ahí no hay ni una especie introducida», explica.

A pesar de todo el trabajo que se ha realizado ya, el proyecto aún tiene un largo camino. Kingman explica que al ser un terreno tan complicado, se necesita que se vaya recuperando y generando ecosistemas con diferentes especies.

«Aquí los árboles van botando sus hojas, lo que trae especies descomponedoras. Luego aparecen lombrices, ‘chanchitos’, animales y de a poco el terreno se va recuperando», dice.

Este proceso puede tomar al menos 10 años en consolidarse para llegar a ser ecosistemas autosostenibles y para que las especies alcancen una altura considerable.

«Ni tú, ni yo, ni ninguna persona puede crear un bosque. Podemos plantar la semilla sí, cuidarla y esperar a que la naturaleza sea quien forme el bosque», dice.

Es esto lo que esperan lograr junto a Lugo.

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Especies de flora y fauna nativa han vuelto a la zona gracias al trabajo de recuperación.

Una apuesta a futuro

Aunque no sabe qué deparará el futuro, Rafael Lugo espera que con los años este espacio pueda ser un bosque consolidado.

«Ojalá algún día la gente que llegue a Quito del sur se encuentre con un bosque bonito, que en el verano pueda tener árboles florecidos y disfruten esa curva fea y el trafico tenaz», dice con una risa en medio de las palabras.

Lugo explica que el proyecto, al que han tenido que meter dinero de sus bolsillos y de donaciones de empresas privadas, es una apuesta a futuro, que espera que se replique desde la ciudadanía en otros puntos de la ciudad.

Lugo y Kingman hacen un llamado a la ciudadanía para cuidar este y otros espacios que buscan sacar adelante a especies nativas y zonas naturales en Quito.

«Se que ahora no se ve súper bonito, pero ese caos que se ve es el desarrollo desordenado de cualquier lugar natural. El objetivo es recuperar la dinámica de la quebrada y que ahí haya un crecimiento libre de especies», dice Lugo.

No descarta solicitar la renovación del convenio de adopción en 2024 para asegurarse de que los árboles puedan salir adelante solos antes de dejar el proyecto.

Por su parte, Kingman asegura que mientras el convenio siga activo, se continuará dando mantenimiento y cuidado a estos espacios para potenciar su desarrollo y crecimiento.

Él ya trabajó en la recuperación del relleno de Cuscungo, que se convirtió en parque. Aunque asegura que el trabajo realizado en el Trébol ha sido uno de los más retadores de su carrera, se mantiene comprometido para sacar adelante al proyecto y ver los resultados en unos años.

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Árboles plantados en este espacio han sido vandalizados.

Mantenimiento

Según la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop), el principal reto de mantenimiento ha estado enfocado en ganar la batalla al kikuyo (especie de pasto) a través de la poda y de la conservación de especies nativas, que han aparecido de forma natural gracias a la cercanía de la quebrada.

La entidad segura que se apoyó con la colocación de una puerta nueva que evitara el ingreso de camiones que botan escombros al interior del predio. Sin embargo, esta se vio forzada y todavía hay personas que botan basura al interior del espacio. (ECV)



Link original publicado el Diario el Mercurio

VIDA DEL MIGRANTE ECUATORIANO

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